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Mi vivencia en el programa Erasmus ha resultado ser sumamente enriquecedora. A lo largo de esta experiencia, he constatado que la sensación de tenerlo todo bajo control, tan común en nuestro hogar y con nuestros seres queridos, se desvanece por completo al emprender este viaje. Al arribar a este nuevo entorno, me enfrenté al desafío de levantarme cada día sin la orientación de nadie, en una residencia donde la soledad era la compañera constante, en una localidad y país completamente desconocidos para mí.

Posteriormente, surgieron otros desafíos que incluyeron la tarea de entablar nuevas relaciones, organizarse, buscar actividades de ocio y adaptarse a una sociedad con costumbres distintas y, además, en un idioma distinto al mío. Aunque al principio parecía un reto abrumador, con el tiempo, pude hacer nuevos amigos a través de grupos de WhatsApp y establecer conexiones sociales. Asimismo, busqué actividades deportivas y lugares donde practicarlas, lo cual resultó en una experiencia gratificante.

Tras superar estos obstáculos iniciales, se presentó la dificultad de cumplir con las responsabilidades laborales en un contexto diferente al que estaba acostumbrado. Esta transición fue todo un desafío, pero logré abordarlo gradualmente, hallando motivación en las pequeñas recompensas diarias. Tuve la fortuna de contar con tutores de prácticas y compañeros que brindaron un apoyo excepcional desde el primer día. Su actitud siempre positiva y disposición para asistirme no solo en cuestiones laborales, sino también en mi vida cotidiana, marcó una diferencia significativa. Me orientaron sobre dónde comer, cómo conocer a nuevas personas y cuáles eran las zonas más recomendables para disfrutar del entorno. Siempre estuvieron disponibles para cualquier consulta o necesidad que surgiera.

En el ámbito laboral, mis tutores de prácticas me brindaron una orientación constante, mostrándome cómo llevar a cabo mis tareas con paciencia y dedicación. Es importante destacar que ejecutar mis responsabilidades en un entorno donde el idioma no era mi lengua materna supuso un desafío adicional que requirió un esfuerzo constante y adaptación.

En relación a las prácticas, estoy sumamente satisfecho con los conocimientos adquiridos. He tenido la oportunidad de explorar nuevos aspectos de la programación y su aplicación en situaciones mucho más prácticas y concretas que las que suelen presentarse en el aula.

En resumen, mi experiencia Erasmus ha sido un período de crecimiento personal y aprendizaje significativo. Aunque no ha sido una empresa sencilla, indudablemente ha sido emocionante y me ha permitido desarrollar habilidades de madurez e independencia. Guardo excelentes recuerdos y valiosas lecciones aprendidas, y espero con entusiasmo la posibilidad de repetir esta experiencia en el futuro.

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